Ella llega, como todos los días, de la mano de su mamá y con su cantimplora llena de jugo de naranja. Él, que ya decidió que se va a casar con esa nena de trenzas doradas, la espera sentado en el patio aunque haga frío. Todavía no se animó a pedirle que sea la novia pero sabe que ella le va a decir que sí. Se miran, se sonríen, se dan la mano y entran juntos al aula. En la hora de juegos, ella va un rato al sector de los autitos y después él se convierte en el papá de todos los bebotes que cargan y acunan las nenas. Comparten los lápices de colores, dibujan corazones pero los esconden porque les da vergüenza. Se pintan la cara con témperas, se manchan con mate cocido y se llenan de arena en el arenero. Su historia de amor es un secreto que todos saben y que se transmite de oído a oído cuando juegan al teléfono descompuesto.
"Miren todos, ellos solos pueden más que el amor
y son más fuertes que el Olimpo"
:: Vos entendés!
ResponderEliminarTe quiero con el alma entera...!
Gracias por pasarte! Que pequeño el mundo del blog..
ResponderEliminarNos estamos leyendo :)
¡Qué lindo!
ResponderEliminarEsa canción es hermosa. Me hace acordar a cuando yo era chica (?).
Yo solía tener un noviecito de la infancia. Creo que estuvimos dos años de novios y no nos dimos ni la mano. Còmo cambiaron los tiempos!!!
Te quiero
Besotones
Casi uso la misma imagen para un ensayo!
ResponderEliminarY qué lindo que después, cuando uno es más grande y peina mechas más mentales, sigue viviendo el amor, más o menos así. Qué lindo..
ResponderEliminarAcabo de leer lo que me mandaste ayer...
ResponderEliminarQué triste, Flor...
y lo más triste es que probablemente sea una historia real, en algún lado.