Esclava de la rutina, esa rutina que a veces agobia y plantea la necesidad de un día de 25 horas y una semana de 8 días. Esquemas y horarios perfectamente ordenados sin lugar a la improvisación. Un deseo de quedarme en la cama 5 minutos más, que si son 6 ya me inquieto. Esas ganas de tener un día para hacer nada, que si son dos ya me deprime. Si duermo 6 horas tengo sueño y si duermo 8 -como recomiendan los médicos- me emboto y me duele la cabeza. Si puedo hacer 20 cosas en el día, quiere decir que puedo hacer 21 y que intento con 22, pero llego a las 19 y dejo una para mañana.
Esclava consciente de la rutina y arquitecta de horarios que encajan como el tetris o como los dibujos que hago al margen de la hoja cuando no hay apuntes que tomar en clase. Poca tolerancia a los cambios y presa de esta estructura que me permite, al final del día, acostarme tan cansada que necesitaría dormir 12 horas y con tantas cosas que hacer al día siguiente que me permito sólo 6. Como dice Bradbury, sigo así, "bailando para no estar muerto".
Entrada obligada.
ResponderEliminarQuiero el reloj para detener el tiempo! Eso es lo que necesitamos.
Aurora, pero Princesa.
Beso
Sabés. Muchas veces pensé, quise, dije que iba a poder -y nunca pude- vivir haciendo lo que quisiera, cuando lo deseara. Pero no. la rutina está ahí, es como un grupo de venas ajustadas a presión. Gracias por tu visita, Princesa... nos estamos leyendo, acompañando. Un beso!
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