El cajón vacío es el símbolo de la partida. Se tiran esos papeles que están ahí juntando tierra hace meses "por si alguna vez los necesito". Saco la taza que me acompañó cada día y que alguna que otra vez provocó peleas con mi compañero de banco. Me la llevo a casa, pero siempre va a ser de acá. Guardo el CD de esa banda del Oeste que nunca escuché, el platito y los cubiertos, el mapa de MI zona. Me quedo con los recuerdos, tantos mates y cafecitos -lo más difícil era conseguir la bendita moneda-, los almuerzos en el cuartito, el frío en pleno verano y el calor en invierno, las charlas sobre hombres y amor, las discusiones sobre temas existenciales que nunca tendrán respuesta y las peleas perdidas a la hora de decidir la música que se escuchaba -hasta lograron que me gusten Los Redondos-. La última cartelera, la última nota, el último vecino, el último saludo, el último beso y este nudo en la garganta que funciona como dique a mis incontenibles lágrimas.
jueves, 30 de abril de 2009
miércoles, 29 de abril de 2009
Girando
Siempre para adelante y a la vez tan en el mismo lugar. Girando. A veces lento, a veces rápido, parada, sentada. Quince minutos y las gotas empiezan a recorrer mi cuerpo. Primero por la frente, después por el pecho. Cuesta arriba y el calor se hace insoportable. La fuerza dibuja -o desdibuja- muecas en mi cara con marcas rojas. Cuesta abajo y las piernas van más rápido de lo que puedo controlar. Vos siempre ahí adelante, a la misma distancia, concentrado, lejano. Tenés algo, algo que hace que ame ese lugar, que me quede para las abdominales extras y que, como siempre, tan adolescente, busque tu mirada con el único fin de bajarla en el momento en que la encuentro.
martes, 28 de abril de 2009
El reino de los sapos
¿Hasta qué punto se puede querer a alguien que no te quiere? ¿Cuántas veces se puede caer en la misma historia de siempre? ¿Dónde está el límite? "Hace eso porque te quiere", le dice una mamá a su hija que acaba de ser empujada por el nene que le gusta. ¿Eso es querer?. Y por otro lado, ¿la nena lo sigue queriendo después de que él la trata mal?. Creo que, incluso, lo quiere más que antes. Entonces vuelvo a lo anterior: ¿Eso es querer?.
Esto que ya no sé si llamar amor se está volviendo en mi mente más incomprensible que nunca. Parece ser que el más cotizado en el mercado del amor es el no correspondido, ese que te hace sufrir, el que no te deja dormir, el que te pone de mal humor, el que no está cuando lo necesitás, el egocéntrico, el histérico, el pirata, el ciclotímico, o el que tiene todo eso junto. El error es que dejamos de lado la utopía de buscar príncipes azules para pasar a una más utópica, la de creer que todos son sapos que pronto convertiremos en príncipes.
lunes, 27 de abril de 2009
Rutina
Esclava de la rutina, esa rutina que a veces agobia y plantea la necesidad de un día de 25 horas y una semana de 8 días. Esquemas y horarios perfectamente ordenados sin lugar a la improvisación. Un deseo de quedarme en la cama 5 minutos más, que si son 6 ya me inquieto. Esas ganas de tener un día para hacer nada, que si son dos ya me deprime. Si duermo 6 horas tengo sueño y si duermo 8 -como recomiendan los médicos- me emboto y me duele la cabeza. Si puedo hacer 20 cosas en el día, quiere decir que puedo hacer 21 y que intento con 22, pero llego a las 19 y dejo una para mañana.
Esclava consciente de la rutina y arquitecta de horarios que encajan como el tetris o como los dibujos que hago al margen de la hoja cuando no hay apuntes que tomar en clase. Poca tolerancia a los cambios y presa de esta estructura que me permite, al final del día, acostarme tan cansada que necesitaría dormir 12 horas y con tantas cosas que hacer al día siguiente que me permito sólo 6. Como dice Bradbury, sigo así, "bailando para no estar muerto".
domingo, 26 de abril de 2009
Basta
Hoy me desperté con unas terribles ganas de matarte. Sí, a vos. Vos que zumbás en mi oído y me volvés loca. Loca me volvés, ¿te lo dije?, loca. Salí de mi cabeza y dejá de dar vueltas haciendo ese ruidito molesto que no me deja pensar en otra cosa. Yo que vos reconocería que llegó el frío y me iría porque sino no me vas a dejar otra alternativa y, cuando menos te lo esperes... PUM!
sábado, 25 de abril de 2009
Promesas
viernes, 24 de abril de 2009
Lejos
- ¿Alguna vez te has preguntado qué son esos puntos brillantes de ahí, Timón?
- Son luciérnagas, luciérnagas que se quedaron pegadas en esa cosa negriazul de arriba.
- Ah, siempre pensé que eran bolas de gas quemándose a millones de kilómetros de aquí.
- Pumba, contigo todo es gas.
- Son luciérnagas, luciérnagas que se quedaron pegadas en esa cosa negriazul de arriba.
- Ah, siempre pensé que eran bolas de gas quemándose a millones de kilómetros de aquí.
- Pumba, contigo todo es gas.
Más de una vez escuché la frase: "En el futuro se va a poder viajar al espacio de vacaciones". Entonces, ¿estamos en el futuro?. Y, digamos que algo así. El espacio ya está al alcance de la mano. Bah, de unas pocas manos que tienen la plata y las condiciones físicas para elegir este extravagante destino turístico. En el 2011 se pondrá en funcionamiento la SpaceShipTwo que realizará viajes al espacio y ya casi me siento como dentro de un libro de Bradbury. ¿Llegaré a juntar 200 mil dólares para ese entonces? Aunque sea 100, para la ida. ¿Alguien me acompaña?.
jueves, 23 de abril de 2009
Amor civilizado
Como diría Sabina, "yo no quiero un amor civilizado, con recibos y escena del sofá". Y hoy me descargo y digo que me aburre tener que esperar que aparezcas, que me cansé de no mandar un mensaje cuando quiero hacerlo, que me embola ser políticamente correcta, que detesto los cálculos idiotas de quién habló primero y que odio la falta de naturalidad. Qué aburrido que puede ser un hombre cauteloso y calculador, ese que trata de medir las actitudes justas para que te enganches, pero no tanto, para que lo quieras, pero no tanto, para demostrar que le interesás, pero no tanto. Que hoy te beso, que mañana no, que hoy te llamo, pero mañana te toca a vos, que un día sos como la novia y al día siguiente una amiga más. Quiero besos de improvisto, de incógnito, contra la pared, llamadas cuando menos las espero, ese mensaje desubicado que te saca una sonrisa en el medio de la clase de sociología, una visita inesperada, una salida no programada. En fin, ni todo ni nada, ni mucho ni poco o como bien diría Sabina: "Ni libre ni ocupado, ni carne ni pecado, ni orgullo ni piedad".
"Yo no quiero contigo ni sin tí"
martes, 21 de abril de 2009
Ya no
Ya no sos el que me da vuelta la cabeza, el que con sólo decir "hola" provoca una aceleración inexplicable en la sangre y una urgencia del corazón que parece querer escaparse. Ya no sos el que espero, el que deseo ni el que intento olvidar con todas mis fuerzas. Ya no sos el protagonista de esa película que vi mil veces encontrando que la historia era similar a la nuestra. Incluso, ya no te veo como el hombre, novio, esposo y padre ideal. Ya no me fijo si tu apellido queda bien con el mío y con los nombres que, ya sé, quiero para mis hijos.
Ahora no sos más que un buen recuerdo, una historia gastada de tanto ser contada y una cadenita con tu letra escondida en el fondo de algún cajón de mi placard.
Prejuicio
Facultad privada, bar nuevo, sillones impecables. Mucha gente y murmullo. Algo extraño: nadie tiene ni un apunte. Hay quienes exhiben sus notebooks último modelo pero estimo -prejuicio a flor de piel- que están chateando o chusmeando Facebooks. Es martes y el tema elegido sigue siendo el fin de semana pasado, quizás mañana incluyan el que viene en sus charlas.
Hay un grupo de chicos que están por elegir los ingredientes que va a tener su sánguche. No hay mujeres en esa fila, una comida así a esa hora va contra los principios de las dietas Cormillot. Me pido un café con leche que ayude a soportar la segunda parte de la clase despierta. No hay edulcorante. ¿Cómo que no hay edulcorante?. Me indigna que no haya edulcorante y me preocupa que me indigne, porque ya no me veo tan diferente al resto.
lunes, 20 de abril de 2009
20 de abril
6,23. El teléfono. Faltan 22 minutos para que suene el despertador pero me levanto. Presiento la mala noticia. No la quiero escuchar. Entro a la habitación de mamá. Está llorando. Definitivamente no la quiero escuchar. Lloro, grito, abrazo, golpeo, me cambio, me quiero ir, me quiero quedar. Ataque de nervios.
Velorio. No quiero ir, voy, me quiero quedar. No sos vos, me están mintiendo. Sos tan chiquita. No puede ser. Hay tanta gente. La maestra de segundo, la de tercero, la de cuarto, la familia, los amigos de siempre, los que no ves hace años. A este señor no lo conozco y sé que no te conoce. ¿Tu papá?. Se hubiera acordado antes. Me agarran antes que le parta una botella en la cabeza. Me tendrían que haber dejado. Me sacan en alzas. Ataque de nervios.
Mac Donalds con amigos. “Tienen que comer”. No queremos. Vamos. Anécdotas. Nos reímos, lloramos, y nos reímos llorando. Volvemos. Te escribimos una carta. ¿Para qué? No se. Entramos. Seguís ahí. Tu mamá se fija si tenés las medias nuevas. La imagen más triste que vi en mi vida.
Cementerio. Llantos, gritos, tierra, flores, cruces. Todo gira, mi cabeza no me deja pensar y me hace pensar tantas cosas al mismo tiempo. Charlamos hace dos días, ayer te llamé para avisarte que había un especial de Britney Spears en la tele. De verdad no entiendo qué pasó. Y cinco años después, sigo sin entenderlo.
sábado, 18 de abril de 2009
Desapercibida
Parapente
A veces siento que puedo llevarme el mundo por delante, hacer lo que quiera, decir lo que sienta, opinar lo que piense. Sin embargo, cuando voy corriendo por la montaña rumbo al precipicio, me detengo, aún sabiendo que tengo un gran parapente enganchado de mi espalda que me va a sostener. Saltar es el equivalente a la satisfacción absoluta de haberse animado. Un orgullo propio que, incluso, rosa la egolatría. Entonces cierro los ojos y salto. Vuelo, escucho el silencio y me doy cuenta de que al menos por ese momento me estoy llevando el mundo por delante, estoy haciendo lo que quiero, diciendo lo que siento y opinando lo que pienso. Pero cuando llego al piso y miro para arriba me doy cuenta de que no voy a poder subir a esa montaña de nuevo, al menos no por un tiempo. Miro el cielo, mi pelo despeinado por el viento, mis manos frías. Ya no hay sensación de vacío. Entonces valió la pena.
Arena
Empecé a armar un castillo en la arena. Primero lo pensé, decidí el lugar, el tamaño, la cantidad de columnas. Tenía que tener una muralla sin duda. Cuántas veces ya me lo habían tirado las olas. A pesar de estas experiencias, una vez más lo hago cerca del mar. Y sí, el hombre es el único animal que se tropieza dos veces con la misma piedra, aunque yo diría que muchas más.Siempre está el que casi te lo pisa, pero a último momento salta, o el perro que pasa corriendo demasiado cerca. Pero nada lo derrumba. Está casi terminado, sólo faltan los caracoles. Siempre me olvido de juntarlos antes de empezar. Voy a buscarlos, pero cuando vuelvo, el castillo ya no está. El agua se lo llevó. Las murallas tan altas y fuertes que había construido, resultó que eran sólo de arena.Así es la vida, cuando uno tiene el castillo casi terminado viene una ola y lo tira. Y uno se queda ahí, mirando al mar, con los adornos en la mano y piensa: la próxima lo hago un poquito más lejos. Quizás alguna vez lo termine.
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